domingo, 14 de junio de 2009

CHINGUIRITO CON ARPA Y AMISTAD


Chiquián: "Nocturno cielo"

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Por: Armando Alvarado Balarezo (Nalo
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Me era imposible visitar Chiquián para pasar la Navidad con mis padres. La aversión entre hermanos desplegaba sus tentáculos a nivel nacional y se esparcía como metástasis por las agrestes montañas ancashinas. De ahí que a mediados de diciembre del 81 viajé a “Espejito del cielo”, a pasar un par de días en la tranquilidad del hogar paterno; había logrado un meteórico ascenso estando en Huaraz, y quise celebrar en familia.
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Arribé a medianoche con hambre, y buscando un buen caldo llegué a Oropuquio, cuna del Sport Cahuide. A la distancia, pegadito a Chinapila, un huaynito dejaba oír sus dulces notas; me acerqué y quedé seducido al escuchar entre risas y voces aguardentosas la canción: "En las faldas de Cochapata" que inmortalizaron las alondras chiquianas Amina Rayo y Eva Alvarado. Toqué la pequeña puerta, me abrieron e ingresé bajando el lomo lo más que pude, siendo recibido con euforia por mi amigo Perico Rivera Ñato, en ese entonces residente del boulevard de Quihuillán, hoy a perpetuidad del cementerio de Chiquián, quien me invitó un vaso de de aromático chinguirito que tomé sin respirar, seco y volteado... ¡Upiacushun Shay!.
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En una esquina de la pequeña habitación, las cuerdas de un arpa de aliso con patas de chacua se deshacían en trinos, mientras los ocho asistentes entre hombres y mujeres aplanaban el piso de tierra, exclamando al unísono: ¡En la repetición está el gusto y que dure la zapateada hasta que despunte el alba!. Junto a la puerta, sobre una incolora repisa, lucían sus siluetas de vidrio una docena de botellas vacías: de gaseosa, vermouth y anisado. Debajo de un destartalado mostrador: tres manojos de colahuiru, escorzonera y huamanripa esperaban desnudas su baño de sauna. Al costado, una tetera sin tapa destilaba chinguirito, abrigado por las azulinas lenguas de fuego de un primus de bronce con canillas de alambre.

Todos contentos y felices entre recuerdos de barquitos de maguey, zancos, shoguet, plancha quemada y nunatoros, tomamos muchos cuartitos de trago abrigador, néctar trepador que adormece el cerebelo antes del alba, haciéndonos ingresar a una vorágine donde la vida vale sólo un "penco".

Entre trago y trago venían desafiantes zapateadas con requiebres que nos hacían subir de rato los pantalones a la cintura; en tanto, las musas pañuelo en mano, exprimían el sudor de sus frentes.

Espectáculo aparte nos brindaron las cuerdas del arpa, danzando juguetonas con los dedos de púcana de Anacleto “Pachapleto”, quien pasando de “LA” menor a “RE” mayor de un solo golpe, rompía fuegos con su endiablada punteada animando la batalla, donde los varones bailando como capitanes y las mujeres como pallas, escondían entre poncho y traje un empujoncito zalamero. “Ven mi amor que acá te espero como el arrullo de una torcaza”, gritó emocionado un tinyaco maltón de Shulu a su afrodita de Lirioguencha, otro cantó con voz anegada en nostalgia: “Quiero mi libertad porque de Chiquián yo me voy”. Las botellas de chinguirito iban y venían sin parar. ¡El que la seca la llena!, exclamó a todo pulmón un bolsillo roto de Cochapata. Otro le pedía a "Fabián" no retener el expediente, y así pasaron las horas entre risas y leyes de “Quishula”, de la ballena, del tiburón y del ultu.

A las 5 en punto de la madrugada, un diablito de Umpay Cuta sin espuelas, pero con cuernos invisibles, salió a bailar rozando con disimulo el generoso cuntu de su ninfa de Agocalle, que al sentir el cosquilleo dio una vuelta blanqueando los ojos. A estas horas ya se sentía el aroma a piel y trago apelmazando los bellos nasales, trayendo a mi mente aquellos años juveniles de tertulias y chinguiritos al paso en la cantina de “Oso”.

A las cinco y media la aurora se puso de pie al llamado de la mañana, que el carioco del "Chino Benito" anunció con su kikiriquí sonoro, y afloraron en mi mente los años idos y declamé con la boca cerrada y la mente abierta: “Huayno chiquiano, canto de poesía y melodía como no hay dos. Qué mortal no ha sido atraído por los encantos de tu pentagrama de embrujo; versos sensitivos de chumpac y capulí, que los bardos interpretan añorando añejas aventuras, en las cantinas, techas de casa, cumpleaños, relimpios de canales, quitañaques y en cuanto lugar late un fogoso corazón por las musas de trigo...”.

A las 6 de la mañana, el viento ondeaba la primera llovizna de diciembre y se oían los zigzagueantes pasos en el charco de los lechuceros, que en cortejo y hablando solos, iban al Baratillo para cortar el caldero con un caldo de mondongo. En la cantina, los socios de "don Chinguirito", mostraban sus párpados violáceos, y sus enrojecidos globos oculares ya no arrojaban candela, solo lava pegando cual engrudo sus pestañas.

A las 6.30 el arpa todavía desgranaba melodías intentado despertar a dos beodos que yacían tiesos en las bancas, tiritando como los mendigos que anhelan una limosna en pleno aguacero. Al fondo del cuarto un viejo candil empezó a languidecer, parpadeó unos segundos y apagó su último destello. Tras la ventana que da a la bocacalle, las gotas de lluvia resbalaban como lágrimas por los cristales opacos.

No hubo más arremetidas, fintas ni quimbas, tampoco maniobras ni embestidas, menos punteos volcánicos que en el zapateo intentaron saborear mollejitas al paso. Solamente se escuchaba la lluvia limpiando el musgo de los tejados y el gemido de un flagelado por el céfiro matinal, que aun se mantenía en pie, pidiendo a Putu un poco de agua para apagar el fuego de su sed. Al costado, de una casa con techo de paja, salía humo plomizo de fogón, elevándose al firmamento como vuelo de zorzal.

Cuando culminó la jarana, Anacleto cubrió su arpa con un trozo de hule y lo sacó cargado como becerrito empanzado con sus costillas al aire. Ya en la calle puso a su fiel amigo sobre su cabeza y se fue por el charco a Yucyushtana, bamboleándose como aguash con sus llanques "good year". Arriba, el señero Capillapunta vigilaba Chiquián, que despertaba con las primeras lluvias de diciembre para estrenar su poncho verde.


Y así va pasando el tiempo en nuestra tierra de imborrable recuerdo de aquellas jaranas de nuestros viejos, que muchos se empeñaron en conservar hasta los ochentas y que desde hace unos años el Club Chiquián reedita en Lima, de vez en cuando. Sin embargo, subrayo, que aquel espíritu jaranero de nuestros años mozos con "guetu pelota" y cigarrillo "Inka" llenando de vaho "Espejito del cielo", ya está casi olvidado, pues ahora sólo existen pocilgas con hipos de cantina donde nadie se divierte sino se alcoholiza hasta ponerse morado. Ya ni siquiera a la actual taberna de "penco", puede llamársele “bar-fénix” intentado resurgirla de sus cenizas.

Por eso, así como hay seres humanos en desgracia, también existen barrios con gris mortaja, como el que los modernos paisanos han bautizado como “Paramonga”, donde el “racumín” consume de día y de noche, trillones de neuronas de muchos jóvenes que se pierden tras los tragos baratos, desde Quihuillán hasta Umpay.

Tal vez, dentro de 3 o 4 décadas, algunos sobrevivan al raudo andar del tiempo, lejos de nuestra tierra, y recuerden por última vez, aquellos años dorados de la jarana chiquiana; pero para ese entonces, quizá ya no estén en Chiquián, los que relaten a las nuevas generaciones de paisanos, cómo eran estas telúricas reuniones de amistad, pues más tarde que nunca, faltarán ojos para llorar y aliento para suspirar, y nuestra voz enmudecerá para siempre.

De ahí el interés que subyace entre líneas de este breve relato, que busca conservarse en el corazón generoso de los chiquianos de cebada y jora, como un recuerdo grato de la época de oro del "Chinguirito con arpa y amistad", con la esperanza de que recobre su verdadero sentido en un futuro no muy lejano...

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Voces nativas:

Aguash: Ave de laguna
Carioco: Gallo sin plumas en el cuello
Colahuiru, escorzonera y huamanripa: Hierbas aromáticas
Cuntu: Recipiente de arcilla
Chacua: Perdiz
Chinguirito: Trago caliente, con hierbas aromáticas
Chumpac: Miel de tinyaco (familia de las abejas)
Fabián: Personaje popular que habla y habla y no brinda
Guetu pelota: Trago chiquiano
Maltón: Joven
Nunatoro: Hombre disfrazado de toro
Pallas: Vírgenes del Sol, en el Incanato
Penco: Moneda de un sol
Púcana: Atizador de fogón
Quishula: Personaje popular que bebe sin gastar
Quitañaque: Ceremonia del corte de pelo en la infancia
Racumín: Bebida alcohólica
Shoguet: Juguete que arroja agua
Tinyaco: Familia de la abeja
Ultu: Anfibio de rana
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Huaraz, 23 de diciembre de 1994
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FUENTE:
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RELATOS CAMPESINOS de NAB
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Paisanos y familiares :Clelia Ibarra Damián, Eliseo Calderón Márquez, Jesús Rosales Aldave y Pedro Díaz Parra. Mañana apagan velitas: Modesta Ñato Alva, Marco Antonio Gamarra Contreras y Carlos Olivo Valenzuela. El 16 Aurelia LIbarra Ñato, Marina Barrenechea Olivera y Julio Chunga Zubieta. Que Dios los bendiga.

A nombre de la familia Alvarado Balarezo,

Nalo

Chiquián

REYDA ALVARADO: CHIQUIANITA BELLA MUJER

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